miércoles, 30 de enero de 2013

El mundial del futuro

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Qué mejor forma de promocionar un país que celebrando un mundial de fútbol en él. No estuvo mal la jugada de Qatar, demostrando al mismo tiempo que el dinero no asegura la felicidad pero si la facilita.

Quién sabe, quizás sea el de Qatar el año que es. El mundial del futuro. Si así está Qatar en estos momentos, cómo estará en 9 años. Tal vez canchas voladoras o acuáticas (ya las tienen para el tenis), considerando el  reducido espacio del país del Golfo Pérsico. Algo totalmente diferente de los previos anfitriones del mundial. Imagínense a los fanáticos alemanes y argentinos bebiendo cerveza en las impecables calles de esta ciudad árabe. Un poco raro, ¿no?

Se molestaron los gringos cuando les quitaron la posibilidad a ellos de recibir en su gran casa a la gente del 2022. Pero es 2022, hora de cambio, hora de realidad aumentada. Que no se preocupen los gringos, qué tecnología no existirá para ese momento, va a ser como si estuviesen ahí también, porque no creo que se lancen ese viajecito. Además lo de ellos es el beisbol y el Super Bowl, tampoco pueden pretender acaparar todos los eventos deportivos – que más que todo son una excusa para publicidad y para exhibir el nuevo look de Beyoncé-.

Quién no querrá aprovechar esta oportunidad para viajar en Qatar Airways y pasear en camello por el desierto. ¿Dubai y Abu Dhabi, quiénes?

No hay duda de la mega producción que será ese mundial. Alucinante. Ahí es donde está la plata. El problema es: ¿De dónde la sacamos nosotros para llegar hasta allá?

La oculta Sala 3 del Celarg y su buen cine



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En la sede de Altamira del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), se condicionó desde 2007 una sala, llamada la Sala 3, donde se propone la difusión de la cultura cinematográfica, principalmente independiente para el disfrute del público caraqueño a precio mínimo en comparación con los cines de la ciudad.

La Sala 3 se encuentra casi oculta detrás de la sala de Exposiciones Rómulo Gallegos; lo que hace que en el trayecto uno se vea tentado a pasearse por el lugar para observar las exposiciones de arte y fotografía que se exponen en esta. Luego del corto recorrido por esta galería, se llega a una puerta blanca que es la entrada a la sala de teatro experimental y a la Sala 3.

Bajando las escaleras se encuentra la taquilla del cine, que recuerda a los años 80, con la lista de precios de las entradas: 20 bolívares general y 10 estudiantes y tercera edad. La sala tiene capacidad para unas 60 personas, por lo que hay que hacer cola (no muy larga), en frente de la taquilla, para comprar la entrada.

No es una sala muy grande, está compuesta simplemente por butacas y un blu-ray con proyector, pero igualmente es un ambiente agradable y cómodo. Lo único que falta es una caramelería que venda cotufas, pero mientras tanto se puede resolver con el cafetín que sirve también a las salas de teatro presentes en el centro cultural.

La programación de la Sala 3, casi siempre está dividida por ciclos según regiones. Noviembre y diciembre fueron los meses del ciclo de cine escandinavo, con presentaciones de lo más importante del cine danés, noruego, finlandés y sueco.

Ahora es turno del ciclo de cine japonés, el cual se estrenó el lunes 14 de enero  con la película Caminando (Aruitemo, Aruitemo) del directo nipón Hirokazu Koreeda. El ciclo durará un mes, culminando el 15 de febrero con ¿Bailamos? (Shall We Dance?) de Masayuki Suo.

De lunes a domingo, con doble función por día – 5 y 7 pm -  se estarán exponiendo las películas más destacadas de esta cultura oriental, muchas de ellas dignas ganadoras de premios, donde se encuentran Kira Kurosawa, Nagisa Oshima, Yasujiro Ozu, Shôhei Imamura o Takeshi Kitano, dentro de los autores y directores.

Además del ciclo de cine japonés, la Fundación Celarg también está presentando en la Sala 3 los ‘’Sábados selectos”, donde se proyectan películas, nacionales o internacionales, de interés artístico y cultural, todos los sábados a las 3 pm, sin ningún costo de entrada.

Es un plan perfecto cuando uno se encuentra en búsqueda de un plan con presupuesto reducido y ganas de algo diferente, ya que lo que se consigue en este lugar son producciones casi siempre extranjeras, que probablemente no hubiese encontrado por sí mismo.

La programación diaria del ciclo de cine japonés y la de los “Sábados selectos” se pueden conseguir en la página del Celarg: http://www.celarg.org.ve/Espanol/Cine02.html

miércoles, 16 de enero de 2013

Primo no, hermano



Por Elisa Rondón



Cédula por favor – dice el guardia en la entrada de Discovery Bar.

Siempre lo mismo, pienso. Se los juro que soy mayor de edad desde hace rato, pero al parecer no lo aparento.

Entrego mi cédula, la de la firma de 6to grado, que para nada me ayuda. Con miedo porque no sabía si esto era para mayores 21, edad que alcanzaría una quincena después.

El hombre se quedó como un minuto detallando mi cédula, un poco extrañado con lo que leía. Yo a punto  de abrir la boca para salirle con un: “Señor se lo juro que no es falsa, el papel kodak ya no se consigue”.

Tenemos los mismos apellidos – me dice.

¿Cómo? ¿El Casique? ¿Es Casique? ¿En serio? – encontrar un Casique en esta ciudad es como conseguir harina en el supermercado.

El Rondón y el Casique. Tú eres Elisa Rondón Casique y yo soy Juan Rondón Casique.

Mentiroso – le dije – no te creo, es imposible. 

El Rondón es conocido, pero no es Pérez ni González. Y el Casique (con S), ni hablar. Pruebas fue lo primero que le pedí y me pasó su cédula, la cual llegó hasta al Facebook. Resulta que tengo otro hermano. Bueno, sería más creíble si por lo menos nos pareciésemos un poquito, porque a parte de nuestro apellidos ni un rasgo compartimos.

Cosas así sólo pasan cuando uno se aventura en algún plan diferente al “reu en casa de Pedro”. En esta oportunidad fue un viernes de predespacho de Tequila Sunset con las primas y luego Gypsy Ska en Discovery.

¿No te sientes como en Cuba?—le pregunto a mi prima

Lo dices por Havana Nights, ¿verdad? – responde. (Ella siempre sabe de lo que hablo)

Nuestra asociación de este lugar en El Rosal con la película de Diego Luna vino inmediatamente a nuestra cabeza por la música que sonaba, los mojitos y la mujer bailando en la tarima danza árabe con una mezcla de otros varios movimientos latinos.  

Ya había visto a Gypsy Ska una vez. Pero el lugar define totalmente el tipo de toque que se lanzan. Esta vez comenzó el toque y las guitarras, contrabajo y saxo estaban en la tarima. Pero había algo extraño, escuchaba instrumentos que no veía. ¿Y el acordeón y el trombón? Ahí estaban, bailando y tocando entre el público, cosa que me sacó una sonrisa que mantuve hasta que se empezó a formar el pogo. El jalón que me echó mi prima para que me alejara de ahí me asustó más que el pensar lo que me pasaría al verme encerrada en ese remolino de gente, considerando mi fuerza. 

A pesar de que no soy amante de las conglomeraciones, creo que la música y toda la experiencia en general, incluyendo el descubrimiento de mi “hermano”, hicieron de Discovery un lugar muy divertido al cuál volvería.